Recuperar el aprendizaje tras dos años de pandemia
En Ecuador, UNICEF apoya un programa de nivelación para estudiantes con rezago escolar.
Son las cinco de la mañana y el despertador de Romina (14) suena para dar comienzo a su rutina. En la que es su habitación desde hace algunos meses hay ropa, algunos objetos personales y los cuadernos que muestran sus ganas de retomar los estudios tras dos años sin visitar un aula de clases.
Las mañanas de Romina ahora son diferentes. Desayuna con su prima Angie Aráuz (23), quien la recibió en su hogar en Manta, en la costa de Ecuador, para que pudiera volver a estudiar. Esta nueva oportunidad le ha devuelto la alegría; Romina sonríe mientras se alista para ir a clases.
En 2020, cuando empezó la pandemia por COVID-19, Romina vivía con su papá en el cantón Pichincha, en la provincia de Manabí, a 135 kilómetros de Manta. Su mamá trabaja en el servicio doméstico en una casa de familia, donde vive la mayor parte del tiempo. Debido a las dificultades económicas, Romina tuvo que dejar sus estudios y se dedicó a trabajar en un lavadero de carros junto a su padre.
“Cuando no iba a la escuela, extrañaba que me enseñaran ciencias naturales, hacer experimentos sobre el vapor y el aire, jugar con mis amigos y conversar”, recuerda Romina con nostalgia.
A mediados de 2021, la vida de Romina dio un vuelco cuando viajó a Manta para celebrar el cumpleaños de la hija de su prima Angie. Durante el festejo, le comentó a su prima lo mucho que extrañaba estudiar. “Cuando me contó cómo se sentía, le propuse que viviera conmigo y volviera a estudiar”, cuenta Angie, quien decidió convertirse en su cuidadora.
Juntas empezaron una nueva etapa con un objetivo claro: “Lo que quiero es que Romina estudie, para que luego trabaje y sea una mujer independiente. Que sea mejor que yo, porque yo no he terminado el colegio”, afirma Angie, quien reconoce que debió abandonar los estudios por su temprana maternidad.
Romina averiguó cómo podía volver al sistema educativo y encontró el programa de Nivelación y Aceleración Pedagógica (NAP), apoyado por UNICEF Ecuador e implementado a través de su socio, el Centro de Desarrollo y Autogestión (DYA), en coordinación con el Ministerio de Educación.
Hoy, con entusiasmo, Romina termina su desayuno y sale a tomar un bus que la lleva a la escuela El Girón, en Manta, donde podrá recuperar los aprendizajes perdidos.
Una iniciativa indispensable
Romina es parte de los 4.364 estudiantes de entre 8 y 18 años de edad que han retomado sus estudios a través del NAP. Esta iniciativa se implementa en 18 provincias de Ecuador para apoyar a niños, niñas y adolescentes con rezago escolar y, de esta manera, evitar que abandonen sus estudios.
A pesar de sus ganas, recuperar lo perdido no ha sido fácil para Romina. Tiene que volver a hacer amigos y acostumbrarse nuevamente a estudiar. “Aprendo una cosa, voy a aprender otra y se me olvida lo anterior. Ahora que he vuelto a clases lo más difícil ha sido la materia de matemáticas”, reconoce.
Los niños, niñas y adolescentes de América Latina y el Caribe se encuentran entre los más afectados por el cierre escolar. En la región, las escuelas han estado cerradas un promedio de 37 semanas desde marzo de 2020 y se calcula que solo el 39 por ciento de los estudiantes de primaria puede leer un texto sencillo1.
En Ecuador, según encuestas desarrolladas por el Ministerio de Educación y UNICEF, en los hogares que se mantuvieron en la educación virtual, el 70 por ciento afirmó que estaba aprendiendo menos2.
Ante esta situación, la labor de los docentes es fundamental. Uno de ellos es Richard Mendoza, maestro de Romina en el programa de nivelación. “Ella presentó muchas falencias tras dos años de estar fuera de la educación. Eso genera que, a pesar de que tenga un aprendizaje significativo, haya ciertas cosas que se le olvidan. Es como volver a empezar”, explica.
El docente cuenta que sus estudiantes tienen problemas con la lectura y las matemáticas. “Ellos leen, pero no entienden lo que están leyendo, eso ha pasado casi con la mayoría (…). También estamos atendiendo sus falencias en operaciones básicas: sumas, restas y multiplicaciones”.
Su trabajo es titánico. En este programa de nivelación, que condensa tres años en uno, imparte las materias básicas de manera integrada. En una misma clase los jóvenes pueden aprender más de una destreza. Por ejemplo, mientras se analiza un problema de lógica desarrollan habilidades de lenguaje y matemáticas.
Un acompañamiento integral
Pero, además de los vacíos académicos, los docentes también deben reforzar los hábitos de estudio y las habilidades socioemocionales. Volver al aula y reencontrarse con otros jóvenes de su edad fue un desafío para Romina: “Mi primer día de clases fue difícil. Tenía vergüenza, miedo, pero ya pasó el tiempo y fui agarrando confianza”.
El cierre de escuelas ha afectado el bienestar y la salud mental de los niños, niñas y adolescentes. “Se han visto estudiantes que han perdido habilidades de relacionamiento. Sufren ataques de pánico, crisis de ansiedad al tener que hablar frente a sus compañeros, temen no tener amigos y no ser aceptados en el grupo”, afirma María Fernanda Porras, oficial de Educación de UNICEF.
“Debemos evitar que los niños, niñas y adolescentes sigan perdiendo. Para ello es clave evaluar a cada estudiante, brindarles un apoyo integral y garantizar que la comunidad educativa, especialmente los docentes, cuenten con la formación y los recursos educativos que necesitan para acompañarlos no sólo en lo académico, sino también en su salud mental", recomienda la especialista.
Richard, quien lleva siete años como docente, es un gran apoyo para sus estudiantes y para Romina. “Siempre estaré para responder cada una de sus inquietudes y apoyarlos en todo, nos preparamos para eso”.
Romina lo sabe y confía en su maestro. Tras terminar su nivelación, hace pocos días recibió la noticia de haber aprobado el examen para ingresar a primero de bachillerato. “Mi profesor me dijo que lo lograría. Me estoy esforzando para ser una buena alumna. Mi sueño es ser policía para ayudar a las personas”, concluye la niña con mucho optimismo.
Lograr que cada niño y niña recupere su aprendizaje debe ser el objetivo de todos los países. Para ello, es clave fortalecer iniciativas como el Programa de Nivelación y Aceleración Pedagógica, asegurando el presupuesto, ampliando su oferta y mejorando las capacidades de los docentes.