El cuaderno de la Coordinadora Residente: Guayaquil
Visité una escuela en la capital de la provincia del Guayas, la segunda ciudad más poblada del Ecuador.
La Unidad Educativa Fiscal "Los Vergeles" está ubicada en un área urbana de la parte norte de Guayaquil, Ecuador. El nombre poético de la escuela contrasta fuertemente con los edificios escolares grises de dos pisos, colocados como un cuadrado alrededor de un patio pavimentado. La escasa vegetación se compensa con coloridos murales que muestran la diversidad cultural del estudiantado y el orgullo guayaquileño- la “Perla del Pacífico”. En esta madrugada de mayo, la energía es palpable y positiva, ya que el lugar se llena de niños, niñas y adolescentes, desde preescolar hasta secundaria, todos deseosos de aprender.
Cuando entro al patio de la escuela, me sorprende que esta sea mi primera visita a una escuela en Ecuador, lo que parece extraño dado que ya estoy en mi segundo año como Coordinadora Residente de la ONU en el país. No se dio la oportunidad de visitar una escuela antes debido a la pandemia, que tuvo un alto costo humano, económico y social para el país. Según la evaluación de necesidades post-desastre, facilitada por la ONU, entre marzo y diciembre 2020, 532 000 personas perdieron sus empleos, la mayoría mujeres y jóvenes; los niveles de pobreza aumentaron a 5,7 millones; y, solo 3 de cada 10 hogares podían pagar el costo de una canasta básica de alimentos.
El sector de la educación y el aprendizaje de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes se vio gravemente afectado por la pandemia. Para frenar la propagación del virus, el 16 de marzo de 2020 se suspendieron las clases presenciales a nivel nacional. Según datos nacionales, el cierre de escuelas afectó a 4,3 millones de estudiantes de educación regular, a más de 210.000 docentes y al menos a la mitad de los hogares ecuatorianos. Y Ecuador no fue el único en la región afectado en este sentido. Se estima que los países de América Latina y el Caribe tuvieron los cierres escolares más largos del mundo, un promedio de más de un año académico (40 semanas) sin clases presenciales o con largos períodos de interrupción.
Se adoptó el aprendizaje a distancia y en línea como la estrategia educativa más utilizada. Sin embargo, debido a la brecha digital y a las limitaciones en los recursos familiares y escolares, la educación a distancia resultó ser un desafío y acentuó las desigualdades existentes. Esto se sintió con fuerza en la Unidad Educativa Los Vergeles donde 2 470 estudiantes están matriculados en el colegio, número que se ha incrementado desde 2018, entre otros, debido a la crisis de refugiados y migrantes venezolanos. En la actualidad, se estima que el 10 % del alumnado son personas en movilidad humana.
“El cierre de las escuelas fue duro para los niños”, me dice Pilar Guillén, directora del distrito educativo local. “Muchos niños provienen de las familias más pobres y desfavorecidas, simplemente no tenían los medios tecnológicos o la conexión a Internet necesarios para el aprendizaje en línea. Era inevitable que aprendieran menos y se arriesgaran a quedarse atrás”. Las consecuencias del cierre también fueron más allá del ámbito educativo. Estudios de UNICEF muestran efectos negativos en la salud física y mental de los niños, quienes reportaron sentirse tristes, desmotivados y agresivos. La falta de acceso a la alimentación escolar también afectó duramente a los hogares más vulnerables, cuyos niños dependen de estos alimentos gratuitos para mantener una dieta saludable.
Mientras recorremos las instalaciones del colegio, junto con funcionarios del Ministerio de Educación, me cuentan las dificultades que enfrentaron también los docentes, quienes tuvieron que ser creativos y adaptarse para que la educación pudiera llegar a la mayor cantidad de niños posible. “Conducíamos por los barrios en minibuses para entregar materiales escolares a los estudiantes que no estaban en línea. A veces teníamos que llamar sus nombres a través de altavoces en la calle solo para encontrarlos y permitirles conectarse con sus maestros”, recuerda Pilar, sacudiendo la cabeza al recordar ese año desafiante.
Pero hoy, mientras luce el sol y ondean al viento las tres banderas, la bandera del Ecuador, la bandera de la Provincia del Guayas y la del propio escudo escolar, se respira un renovado optimismo. Estoy aquí hoy para visitar y conocer los proyectos implementados por agencias de la ONU con fondos de Education Cannot Wait, un fondo global centrado en la educación en emergencias y crisis prolongadas.
En Ecuador, el programa “La Educación es el Camino” liderado por UNESCO con apoyo de ACNUR y UNICEF, tiene como objetivo mejorar el acceso a una educación inclusiva, equitativa y de calidad para más de 100,000 niños, niñas y adolescentes venezolanos refugiados, migrantes y de las comunidades de acogida. La educación de calidad para todos es un derecho garantizado en la Constitución ecuatoriana, pero en realidad, muchos niños, niñas y adolescentes aún no pueden ingresar al sistema educativo y es particularmente difícil para los niños refugiados y migrantes, y las niñas y adolescentes presentan un reto adicional de ingreso al sistema. La OIM y ACNUR estiman que el 30 % de los niños refugiados y migrantes en Ecuador no asisten a la escuela. Los Vergeles fue identificada como una de las 10 escuelas de interés, según datos del Ministerio de Educación. En un acto oficial realizado en el patio del colegio, Yesenia Limón, Subsecretaria de Educación, explica los beneficios del programa.
“Con el apoyo de las agencias de la ONU y sus socios, hemos podido fortalecer los sistemas educativos nacionales y comenzar a derribar barreras prácticas con un enfoque particular en las niñas y las personas con discapacidad”. Se ha ayudado a niños, niñas y adolescentes a ingresar al sistema escolar y se han otorgado subsidios para uniformes, útiles escolares, kits educativos, tabletas y paquetes de conectividad.
El programa también apoya la integración y promueve un entorno saludable y pacífico en las escuelas. Se ha capacitado a docentes y funcionarios educativos en temas relacionados con la inclusión educativa y la prevención de la discriminación, la xenofobia y el racismo. UNESCO lideró el desarrollo de una caja de herramientas que ofrece estrategias para educar en la resolución no violenta de conflictos y atención psicosocial. Uno de los principales objetivos es formar a los docentes en prevención y en cómo abordar las diferentes problemáticas que se presentan en el sistema educativo y, a su vez, promover una educación para la paz a través del fortalecimiento de los vínculos interpersonales y la convivencia. Esto es particularmente importante en un país donde la violencia en las instituciones educativas sigue siendo un desafío y la polarización social amenaza la cohesión de las comunidades.
En un divertido juego de “el paracaídas y la pelota” unos alumnos de secundaria me muestran cómo en el colegio se están fomentando los juegos de cooperación, no de competición. El objetivo es mantener juntos la pelota en el aire el mayor tiempo posible y evitar que caiga en el hueco en el centro del paracaídas. Me río mucho con los niños y, a pesar de mis habilidades limitadas con el balón, logramos seguir durante bastante tiempo.
Después de terminar el juego, procedo con el grupo a inspeccionar los nuevos baños, construidos en el otro extremo del campus. “La mejora de los baños y lavabos es una parte importante del programa “La Educación es el Camino”, me dice mi colega de UNICEF, “alrededor del 42 % de las escuelas públicas en Ecuador no tienen instalaciones de agua y saneamiento”. Esto representa un serio desafío para garantizar el regreso seguro de los niños después de la pandemia. UNICEF junto con el socio implementador local Plan International, gracias al financiamiento de ECW y con fondos adicionales del sector privado, se ha rehabilitado la infraestructura de agua y saneamiento y la ha mejorado para garantizar la accesibilidad de las personas con discapacidad. También se ha proporcionado señalización y material educativo sobre bioseguridad, higiene preventiva y personal.
Las actividades han sido apreciadas. Alicia, una estudiante de 10° grado de 14 años, me muestra el kit menstrual que se entrega a todas las niñas de grado 8 en adelante. El kit, que contiene toallas sanitarias, toallitas limpiadoras, jabón y ropa interior de repuesto, ayuda a combatir las actitudes negativas contra la menstruación. La falta de comprensión de la salud menstrual y un limitado acceso a productos pueden afectar la salud mental y física de una estudiante, así como su asistencia a la escuela. También puede facilitar la conversación sobre salud sexual y reproductiva, que a veces es un desafío en un entorno escolar y familiar conservador. “Este kit es muy importante para nosotras, es difícil pagar estos productos y la regla puede causar mucho estrés a las niñas”, comenta Alicia.
Todos estos esfuerzos para fortalecer la educación integral de la sexualidad, se complementan con procesos de formación virtual. “Reconoce”, es un curso virtual desarrollado para docentes que enfatiza la importancia de reconocer las distintas oportunidades curriculares que existen para trabajar en educación integral de la sexualidad a lo largo de la trayectoria educativa. UNESCO junto con UNFPA Ecuador, y con el apoyo de la FLACSO Argentina y de la Universidad Nacional de Educación del Ecuador (UNAE) participaron en su elaboración.
Termino mi visita a Los Vergeles hablando con Alicia, Pilar y Yesenia sobre la importancia que las Naciones Unidas le dan a la educación, particularmente este año con la Cumbre sobre la Transformación de la Educación promovida por el secretario general de la ONU. Convocada en septiembre, en paralelo a la Asamblea General de las Naciones Unidas, la Cumbre colocará la educación en lo más alto de la agenda política y será una oportunidad única para que los líderes mundiales, la comunidad educativa en general y los jóvenes presenten una nueva visión de la educación alineada con las necesidades y oportunidades del siglo XXI. Explico cómo la transformación de los sistemas educativos, en términos de equidad, calidad y pertinencia, es una de las claves para desbloquear los avances más amplios que nuestro mundo necesita para asegurar un futuro mejor para todos, a través de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Para Alicia, para toda la comunidad de estudiantes de Los Vergeles (Los Vergelinos) y para los 252000 niños de Ecuador que quedan fuera del sistema educativo esta es una promesa apasionante. En los trabajos preparatorios de la Cumbre, más de 700 000 personas en Ecuador participaron en consultas digitales, entre estudiantes, docentes, padres de familia, autoridades nacionales, sociedad civil y sector privado. Siento que existe un fuerte compromiso de toda la comunidad para trabajar juntos por la educación y las Naciones Unidas están comprometidas a ser socios en este esfuerzo. Espero ver el cambio y visitar muchas más escuelas en Ecuador. Al final del día, la educación no puede esperar.