Juntos llegamos más lejos: la ONU en Ecuador, trabajando contra la desnutrición crónica infantil.
La DCI es uno de los mayores problemas de salud pública en el país, y requiere una atención inmediata.
Entre los fríos páramos andinos de Cayambe, en una pequeña comunidad llamada Pisambilla, vive John Andrango. John tiene la piel trigueña y cabello oscuro como la noche. Como cualquier otro niño, John corre y juega con sus hermanos. Lo que no se puede identificar a simple vista es que tiene desnutrición crónica infantil (DCI), como miles de niños y niñas en Ecuador.
Según los datos oficiales, un 23,1% de niños y niñas menores de cinco años del territorio ecuatoriano tienen desnutrición crónica infantil o retraso en su crecimiento. La cifra es aún más alta — 28,7%— en las comunidades rurales como en las que vive John y su familia.
Con estas cifras, Ecuador se ubica como el segundo país en América Latina y el Caribe con mayor prevalencia de desnutrición crónica en niños y niñas, después de Guatemala.
A pesar de que la desnutrición crónica infantil no cobra vidas, como afirma Fernanda Sandoval, nutricionista del Programa Mundial de Alimentos (WFP por sus siglas en inglés ), repercute negativamente en las condiciones de vida de las personas. La DCI puede causar problemas de aprendizaje en la edad escolar, así como también sobrepeso, obesidad y enfermedades no transmisibles, como diabetes o hipertensión en la adultez. Además, los niños y niñas que han tenido desnutrición crónica tienen menos probabilidades de tener acceso a educación superior, y a un trabajo digno, e incluso las mujeres pueden tener complicaciones en sus embarazos.
El problema no es reciente. Como explica Sandoval, la desnutrición crónica infantil es una problemática que ya en 1986 registraba una elevada tasa - del 40%-, según el Diagnóstico de la Situación Alimentaria, Nutricional y de Salud (DANS). Hasta 2012, esta se redujo a 25% y desde entonces la disminución ha sido mínima. Tanto es así que, en 2018, la prevalencia sólo se redujo en dos puntos porcentuales, a pesar de las intervenciones realizadas en el país.
Por estas razones, la desnutrición crónica infantil es uno de los mayores problemas de salud pública y requiere una atención inmediata.
Fue así como el Grupo de Nutrición del Sistema de Naciones Unidas, conformado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (WFP), la Organización Mundial de la Salud/Organización Panamericana de la Salud (OMS/OPS), la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), con la facilitación de la Oficina de la Coordinación Residente, identificó la necesidad de promover un abordaje integral de la desnutrición crónica infantil, y dar continuidad y fortalecimiento a las políticas públicas encaminadas a su reducción, en el marco de las elecciones presidenciales de 2021. Para ello, entre otras acciones de abogacía, se logró la firma de un compromiso que fue suscrito por los candidatos, incluyendo al actual presidente del Ecuador.
Dicho acuerdo se materializó en lo público: en julio de 2021, el presidente Lasso creó la Secretaría Técnica Ecuador Crece Sin Desnutrición Infantil, desde donde ya se han empezado a coordinar acciones concretas para cumplir con un objetivo: reducir la DCI en 6 puntos porcentuales —a 17,1%—hasta el 2025.
Katherine Silva y Cecilia Barragán, especialistas del programa de Salud y Nutrición de UNICEF, comentan que el primer paso fue plantear que la desnutrición crónica infantil no es solo un problema de alimentación o de hambre, sino que tiene múltiples causas como la imposibilidad de acceder a servicios de salud de forma oportuna, la ausencia de lactancia materna exclusiva en los primeros seis meses y lactancia continua hasta los dos años, la introducción inadecuada de alimentación complementaria, el consumo de agua contaminada y la falta de prácticas de higiene personal y en la preparación de alimentos.
Adrián Díaz, asesor de promoción de la Salud de la OPS/OMS, dice que la agencia participó activamente en la elaboración de documentos técnicos sobre la DCI y sobrepeso y obesidad que fueron fundamentales para la estrategia de incidencia política. Según Díaz, para elaborar la estrategia se usó como referencia la experiencia de Perú y su éxito en reducir la desnutrición crónica infantil a través de un paquete priorizado de servicios, y de un enfoque integral.
El Grupo de Nutrición de Naciones Unidas se alineó en enfocar los esfuerzos a los mil primeros días de vida de las niñas y niños, por ser la clave para la prevención de la desnutrición crónica infantil. Según destaca Fernanda Sandoval, del WFP, este trabajo conjunto ha permitido que las acciones no se limiten a la entrega de alimentos o bonos, sino que se ha planteado una solución integral a través de acciones enfocadas en las mujeres embarazadas y los niños y niñas menores de dos años, acompañado de actividades de comunicación para el cambio social y de comportamiento.
Ahora, cuando el tema ya está en la palestra, el Sistema de las Naciones Unidas continúa trabajando. WFP, UNICEF y PNUD implementan el proyecto “Financiando los ODS” con énfasis en la desnutrición crónica infantil. UNICEF también está apoyando una estrategia nacional educomunicacional y la campaña #InfanciaConFuturo, liderada por la Secretaría Técnica Ecuador Crece sin Desnutrición Infantil, con el fin de impulsar cambios de comportamiento a nivel familiar, comunitario e institucional. Máximo, el personaje animado de UNICEF - que marcó la infancia de los ecuatorianos que hoy son padres y madres-, es parte de esta iniciativa. Mientras que FAO, por su parte, implementará un proyecto en el que apoyará a la elaboración de guías alimentarias basadas en alimentos para los 1.000 primeros días.
El Programa Mundial de Alimentos (WFP) apoya al Consejo Consultivo para la Prevención y Reducción de la Desnutrición Infantil, el cual se constituye con actores de varios sectores (academia, sector productivo, sociedad civil, organismos multilaterales, varias ONG) y se encargará de hacer recomendaciones al Ejecutivo sobre políticas para erradicar la DCI.
Finalmente, la OPS/OMS está brindando cooperación técnica directa a varias instancias estatales, para implementar la política pública para luchar contra la DCI. Y también está trabajando con organizaciones de pueblos y nacionalidades indígenas para crear conciencia sobre la importancia de reducir la desnutrición crónica infantil.
Aunque ahora cada agencia trabaja en sus áreas, algo que todas reconocen sobre el Grupo de Nutrición es que el éxito de esta experiencia es la importancia del trabajo en equipo y el diseño de estrategias conjuntas que permitan a cada agencia, a partir de su expertisse, promover soluciones a este gran reto que enfrenta el país.
“Al habernos unido, logramos que la desnutrición crónica sea una prioridad para el Ecuador, con un abordaje integral desde la política pública”, comenta Katherine Silva, de UNICEF. Gabriela Rosero, especialista en Seguridad Alimentaria y Nutricional de FAO, también resaltó que “una vez más se ha demostrado que cuando nos unimos conseguimos mejores resultados”.
El trabajo conjunto de las agencias del Sistema de Naciones Unidas, con el decidido apoyo de la Coordinación Residente y junto a otros actores del gobierno, de la sociedad civil, del sector privado y de la cooperación internacional, han permitido posicionar a la DCI como uno de los más importantes problemas de salud pública. Siguiendo esta ruta, es posible vislumbrar un futuro donde más niños y niñas como John en Ecuador, puedan crecer sin desnutrición crónica y desarrollar todo su potencial.