El cuaderno de la Coordinadora Residente: la necesidad de construir paz
Ecuador, impulsado por el narcotráfico y el crimen organizado, se ha transformado en los últimos dos años en el país más violento de América Latina.
“Una isla de paz en un mar de caos”, así me describieron el Centro Polifuncional ZUMAR. Con una extensión de 33 km2 al noreste de Guayaquil, esta es una descripción adecuada para un centro que ofrece una multitud de servicios destinados a mejorar la calidad de vida de la población de Bastión Popular, con especial enfoque en niños, mujeres y jóvenes. Bastión Popular es conocido como un barrio marginado con altos índices de pobreza, viviendas inadecuadas, hacinamiento y falta de acceso a sistemas adecuados de agua y saneamiento. En ZUMAR, los miembros de la comunidad pueden acceder a servicios de salud, realizar actividades deportivas y culturales, asistir a capacitaciones y adquirir habilidades para el sustento, todo de forma gratuita.
Es una mañana calurosa de mediados de octubre y algunos de los empleados del Centro me invitan a hacer un recorrido. Me hablan del importante papel que desempeña ZUMAR, particularmente porque los problemas de Bastión Popular han seguido creciendo con el aumento sin precedentes del crimen y la violencia en Ecuador. Impulsado por el narcotráfico y el crimen organizado, este país anteriormente pacífico se ha transformado en los últimos dos años en el país más violento de América Latina, por encima de Venezuela y Honduras. Se proyecta que el país termine el año con una tasa de 45 homicidios por cada 100.000 habitantes. La delincuencia está afectando a todos los sectores de la sociedad, las empresas son objeto de robos o son extorsionadas para pagar vacunas a cambio de protección, los hospitales han sido atacados y los niños están abandonando sus estudios porque las escuelas ya no se consideran espacios seguros.
Barrios como Bastión Popular que forman parte de la Zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón) están en el centro de la nueva ola criminal. Por su proximidad a puertos internacionales, el barrio se ha convertido en un campo de batalla para bandas criminales organizadas que buscan tomar el control de lucrativas rutas de tráfico. Los transeúntes inocentes de la comunidad a menudo quedan atrapados en el fuego cruzado. Apenas unas semanas antes de mi visita, y muy cerca a ZUMAR, una niña de 7 años murió en un tiroteo desde un vehículo y un aspirante jugador de ecuavoley fue asesinado a tiros mientras conducía su motocicleta.
A medida que cambia el contexto en Ecuador, también la ONU está llamada a cambiar sus operaciones. De hecho, estoy visitando ZUMAR para asistir al lanzamiento de un nuevo proyecto de la ONU financiado por el Fondo de Consolidación de la Paz de la ONU. El proyecto “Capacidades para la paz, la seguridad y la reducción de la violencia en el Ecuador” tiene como objetivo fortalecer las capacidades institucionales y de la sociedad civil a nivel nacional y local para la prevención y gestión del conflicto social y la construcción de la paz, con perspectiva de género y de derechos humanos. Ha sido implementado por tres agencias de la ONU, el PNUD, la ONUDC y ONU Mujeres desde principios de año y ya ha logrado algunos resultados prometedores.
Por ejemplo, a nivel central, las agencias de la ONU han trabajado con el Ministerio de Gobierno para realizar un análisis participativo del conflicto en Ecuador y con la Policía Nacional para desarrollar una metodología para fortalecer el análisis cualitativo del crimen y la violencia. A nivel local, y con foco en las zonas más afectadas por la criminalidad de Guayaquil, Durán y Milagro, agencias de la ONU han brindado apoyo técnico a autoridades municipales para la construcción de planes cantonales de seguridad ciudadana. Gracias a talleres participativos de mapeo de conflictos, la creación de una caja de herramientas, protocolos y hojas de ruta, el proyecto ha ayudado a fortalecer la gobernanza local de la seguridad ciudadana y promover el diálogo y el consenso entre Estado y sociedad civil. También se han fortalecido las capacidades de las organizaciones de la sociedad civil para que puedan ejercer mejor su papel como facilitadoras del diálogo, una forma importante de prevenir tensiones sociales.
La importancia de fortalecer el tejido social y las estructuras comunitarias me la destaca Fernando Bastias Robayo, miembro del Comité Permanente para la Defensa de los Derechos Humanos, quien asistió al evento de lanzamiento en ZUMAR. Me dice que las organizaciones criminales han ido penetrando progresivamente en las comunidades locales, desplazando a las instituciones del Estado y ahora controlan el territorio e incluso instituciones como las prisiones. El trabajo de los defensores de los derechos humanos y los líderes comunitarios se ha vuelto aún más peligroso, y muchos de ellos son atacados o asesinados, lo que está contribuyendo a una peligrosa reducción del espacio cívico. Lamentablemente, teme que la respuesta nacional desplegada, como los sucesivos estados de emergencia y el despliegue de militares, no haya logrado abordar adecuadamente la violencia y, en algunos casos, la haya empeorado al promover dinámicas de exclusión y segregación.
Fernando sostiene que el abandono del Estado, la paulatina reducción del gasto social y la falta de oportunidades laborales formales han dado un terreno fértil para que las organizaciones criminales se establezcan en barrios económicamente deprimidos. Los jóvenes corren un riesgo especial, en particular el 18,5 % de aquellos que actualmente ni estudian ni trabajan. Niños de tan sólo 12 años son reclutados u obligados a formar parte de pandillas y se les asignan tareas que van desde servir como vigilantes o “campanas”, vender drogas en los mercados locales, cobrar dinero de extorsión o incluso cometer delitos violentos. Confirmó que en el país existen “escuelas de sicarios” y que los niños y adolescentes suelen ser víctimas de la violencia. Entre 2018 y 2022, el incremento de homicidios de menores de 18 años fue de un 531%.
El proyecto PBF ha reconocido la importancia de trabajar con los jóvenes, como actores fundamentales en la construcción de la paz, como se describe en la Agenda de la ONU para la juventud, la paz y la seguridad. Por ejemplo, agencias de la ONU han apoyado a la Empresa Pública Municipal de Acción Social y Educación (DASE) en el establecimiento de espacios de paz para desarrollar capacidades juveniles en el manejo pacífico de conflictos y prevenir el reclutamiento forzado de jóvenes. También han implementado la iniciativa “Juega Vive”, que tiene como objetivo promover el deporte para prevenir el delito y promover la resiliencia en jóvenes en situación de riesgo. Bajo esta iniciativa, entrenadores y docentes deportivos se han capacitado en habilidades para la vida, relaciones interpersonales y resolución de conflictos y a su vez están replicando la metodología con grupos de jóvenes y adolescentes guayaquileños. También se realizaron talleres con jóvenes y líderes comunitarios para construir una estrategia que interrumpa el discurso de odio y la discriminación y la ONU apoyó el primer Encuentro de Jóvenes por la Paz y la Seguridad con más de 100 representantes de organizaciones de adolescentes y jóvenes.
Y en el evento en ZUMAR se evidenció el fuerte compromiso de la juventud para trabajar por la paz y la seguridad con la actuación de la agrupación “Batucada Popular de Guayaquil”. Este grupo está formado por más de 100 jóvenes bateristas, “batuqueros” de barrios vulnerables de la ciudad, que utilizan sus instrumentos como forma de resistencia sonora en el espacio público. La música del grupo llenó de energía a los participantes asistentes, incluso cuando el calor de la tarde invadía el Centro ZUMAR.
Otro grupo muy afectado por el aumento de la delincuencia y la violencia son las mujeres y las niñas. Según datos de la Alianza Feminista para el Mapeo de los Femicidios en Ecuador, a nivel nacional, seis de cada 10 mujeres han sufrido algún tipo de violencia. En el periodo de 1 de enero al 15 de noviembre de 2023, se han producido 277 muertes violentas de mujeres por razones de género, de las cuales al menos 150 han ocurrido en contextos criminales. En promedio, ocurre un feminicidio cada 27 horas en el país y las mujeres y niñas corren cada vez más riesgo de ser reclutadas por grupos criminales, muchas de ellas para ser utilizadas como esclavas sexuales.
Desde 2020, junto con la Unión Europea, tres agencias de la ONU (ONUMUJERES, UNFPA y PNUD) han estado implementando la Iniciativa Spotlight destinada a eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas. Es un programa multifacético que trabaja para reforzar el marco normativo y político relacionado con la violencia de género, fortalecer las capacidades de las instituciones públicas y de la sociedad civil, así como mejorar la disponibilidad de datos y servicios para los sobrevivientes de violencia de género. Trabajando con organizaciones de medios y radio comunitarias, Spotlight también ha promovido el cambio de normas y comportamientos, combatiendo los estereotipos de género dañinos y el lenguaje sexista para prevenir más violencia. El éxito de la Iniciativa Spotlight ha sido ampliamente reconocido y en 2024 se lanzará una segunda fase del programa con el apoyo continuo de la UE y de nuevos socios.
He tenido muchas oportunidades de ver el trabajo de la Iniciativa Spotlight. He visitado casas de acogida que brindan servicios administrativos, legales y psicosociales a mujeres y niños y escuché las valientes historias de los sobrevivientes. Me he reunido con autoridades nacionales para discutir el establecimiento del Registro Único de Violencia, una herramienta que recopila datos sobre violencia contra las mujeres y activa acciones de alerta temprana de 9 instituciones nacionales que forman parte del Sistema Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres. Y he disfrutado de la actuación de la famosa artista Black Mama quien, con la canción #EseTipoNo, apoyó la campaña de comunicación preventiva Spotlight dirigida a cuestionar patrones socioculturales que reproducen la violencia y proponer la generación de nuevos modelos de relación.
Sin embargo, los momentos más memorables y conmovedores han sido aquellos compartidos con familiares de mujeres víctimas de femicidio. Flores en el Aire es una actividad de Spotlight que trabaja con estas familias para recuperar la historia de femicidios ocurridos en todo el país. A través de un proceso participativo de cartografía social, Flores en el Aire rescata las voces de las víctimas y sus familiares, honrando sus vidas a través de la recuperación de la memoria, como parte de la reparación simbólica y la sensibilización sobre este horrible crimen.
Mientras concluimos el evento de lanzamiento, pienso en estas mujeres. Pienso en las cerca de 7.600 personas que han sido víctimas de una violencia sin sentido este año y en los millones de personas que viven con miedo en barrios como Bastión Popular. En este momento de celebración, la dura realidad fuera de los muros del Centro ZUMAR puede parecer una realidad lejana, pero sé que aún queda mucho camino por recorrer.
Es necesario que haya una estrategia integral para luchar contra el crimen organizado y las drogas, políticas públicas e instituciones fortalecidas para la prevención de la violencia y la protección de los derechos humanos, así como una inversión importante en programas sociales para abordar los factores subyacentes, como la pobreza, falta de empleo, brechas en el acceso a la educación y necesidades básicas insatisfechas. Y debe ser un esfuerzo de toda la sociedad, que involucre a instituciones nacionales y locales, academia, la sociedad civil, las mujeres y los jóvenes, así como la cooperación internacional, como la ONU. Me alienta ver que como punto final de la agenda en nuestro evento de lanzamiento del proyecto PBF en Guayaquil, todos los participantes están invitados a firmar un colorido mural, como señal de nuestro compromiso mutuo para trabajar juntos, para prevenir y erradicar la violencia en Ecuador.