El reciclaje de base cumple una función importante, que a menudo es infravalorada e incluso discriminada. Pero son quienes trabajan a pie de calle, especialmente mujeres, las personas que se conectan con el primer eslabón del reciclaje para la recuperación de materiales, contribuyendo así a la transición de una economía lineal a una economía circular.
Doña Blanca Lara tiene 59 años. Nació cerca de Santo Domingo de los Tsáchilas, es madre de 5 hijos y abuela de 12 nietos. Desafortunadamente, la vida ha sido dura para ella. Su esposo falleció hace 23 años, y a Blanca le tocó sacar adelante a su familia sola. Ha trabajado en todo lo que ha podido. Actualmente, vive en Tumbaco con dos de sus hijos y cuatro nietos. Ella y su hija mayor desde hace tres años se dedican exclusivamente al reciclaje. En un buen mes, entre las dos reciben 240 dólares para mantener el hogar. Como ella dice, “con esto lucho y trato de salir adelante. Siempre donde reciclo me ayudan con ropita y comida también”.
Según Blanca, le pagan 4 centavos por kilo de papel químico, 8 por el kilo de cartón, 11 por el kilo de plástico suave, 12 por kilo de plástico duro (galones de cloro o champú), y lo que le resulta mejor son las botellas de plástico, por las que recibe 35 el kilo.
Nos cuenta que tanto ella como su hija han recibido ataques de otros recicladores del sector. También manifiesta que muchas veces siente discriminación de la comunidad por el trabajo que realiza, “la gente nos mira torciendo la nariz cuando nosotros estamos trabajando, ayudando a limpiar la ciudad y el planeta, y nos ayudamos a nosotros mismos para tener ingreso”.
Con la pandemia se vio afectada en su labor, ya que en la casa donde vive con su familia no les permitieron salir en los meses más fuertes del coronavirus, por el miedo a que se contaminen. “Yo no podía quedarme, de eso comemos. Salía a escondidas, iba a reciclar y regresaba con el sentimiento de que venía robando”. A Blanca le da un poco de temor enfermarse, sin embargo, trata de tener sus propias medidas de bioseguridad.
Al preguntarle cuál es su mayor sueño, se le llenan los ojos de lágrimas y su voz se entrecorta, pues ella sueña con una casa propia, para tener tranquilidad y poder realizar su trabajo, sin ser juzgada.
Su mensaje a la ciudadanía es que ayudemos a las personas que trabajen en el reciclaje, separando los residuos en fundas diferentes, de modo que los materiales no se contaminen con otros desperdicios. Blanca tiene la esperanza de que la situación va a ir mejorando poco a poco y confía en que la gente apoyará y separarán los residuos y desechos cada vez más. Para ella, la separación de residuos y el reciclaje debería ser un hábito común en la vida de las personas.
Así como doña Blanca, en Ecuador existen 20.000 personas dedicadas al reciclaje. En el caso de las ciudades de la sierra, el 70% son mujeres, de las cuales el 90% no accede a un seguro social y su ingreso mensual promedio es de 218 dólares.
Particularmente, la labor de las mujeres en la gestión integral de los residuos y su participación en la cadena de valor del reciclaje han sido invisibilizadas. Además, con frecuencia estas mujeres se ven afectadas por desigualdades estructurales en el hogar, el trabajo y en sus respectivas comunidades (WIEGO,2015). El contexto actual plantea la necesidad de sensibilizar a los diferentes actores sobre las brechas de género en la gestión de los residuos, a fin de alcanzar una mejor comprensión del proceso y el impacto en las personas relacionadas con esta actividad.
En el marco del Programa de apoyo a la NDC (NDC SP, por sus siglas en inglés) implementado por el Ministerio del Ambiente y Agua (MAAE) con el soporte del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en colaboración con la asociación ReciVeci, en el mes de julio del 2020 se llevó a cabo el conversatorio ‘Aportes de las recicladoras de base en la recuperación de residuos sólidos, un servicio ambiental invisible que contribuye a la acción por el clima’. Este espacio generó un diálogo sobre el ciclo de la gestión de residuos y la cadena de reciclaje en Ecuador desde la perspectiva de género.