La viabilidad de nuestras sociedades está en juego debido al cambio climático. No hay tiempo que perder en esta lucha contra sus consecuencias y los irreversibles cambios. Un nuevo informe de la ONU dice que los humanos han calentado el planeta a un nivel nunca visto en los últimos dos mil años. El Secretario-General de la ONU llama al informe “un código rojo para la humanidad.”
Si los humanos hemos de resolver esta crisis existencial, será en gran parte gracias a los esfuerzos y sabiduría de los pueblos indígenas.
Históricamente, se han distinguido como respetuosos guardianes y administradores del patrimonio cultural y la diversidad ambiental. El 80% de la biodiversidad que queda en el mundo se encuentra en sus tierras.
Cuando la resiliencia de estas comunidades es puesta a prueba, las mujeres indígenas no dudan en tomar las riendas:
Ecuador: Adaptación al cambio climático
“Nosotras sabemos producir nuestros huertos de forma natural, sin utilizar químicos, podemos aportar soluciones al cambio climático y además incentivamos a nuestros hijos para mantener los bosques, cuidar los arroyos y las quebradas,” explica Mariela Casanova, una lideresa indígena Awá.
La zona fronteriza entre Ecuador y Colombia es el hogar de varias comunidades afrodescendientes y Awá. Junto a otras compañeras, Mariela Casanova mantiene un fuerte compromiso con el rescate de la cultura Awá, el fortalecimiento de la seguridad alimentaria, el desarrollo de resiliencia y la adaptación al cambio climático.
Al poder trabajar como parabióloga, dice Mariela, “conversé con las mujeres de mi comunidad, ellas tienen un gran conocimiento ancestral en torno a los cultivos y cómo cuidar el ambiente.”
Además, Mariela pudo profundizar sus conocimientos sobre la gestión de semillas, los huertos comunitarios, la reforestación, entre otros. Esto gracias al proyecto binacional ejecutado por el Programa Mundial de Alimentos (PMA), con el financiamiento del Fondo de Adaptación y la ayuda de ONU Mujeres, y en coordinación con instancias gubernamentales.
Ante el reto de la pandemia y el cambio climático, la comunidad Awá se ha consolidado como un modelo a seguir para otras comunidades.
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Panamá: Unidos contra la adversidad
Leyenda: Con mayor orientación, Alfredo, Cándida y Juan esperan diversificar su huerto familiar.
Foto: © UNIC Panamá
Las riberas del Río Teribe, en la provincia Bocas del Toro constituyen el hogar del pueblo Naso Teribe, una de las poblaciones indígenas que viven entre Panamá y Costa Rica.
En suelo panameño, estos indígenas son una comunidad muy unida de unos 5.000 habitantes distribuidos en 20 aldeas, y suelen evitar salir de sus tierras.
Entre sus habitantes se encuentra Alfredo Sánchez, Cándida y Juan Quintero quienes llevan años cultivando la tierra en la comunidad de Bonyic, donde las crecidas del río han empujado a los moradores a trabajar para terceros en las fincas de plátano.
No obstante, con la llegada del coronavirus y las paralizaciones laborales en las fincas, unas siete familias decidieron utilizar parte de las tierras de propiedad comunitaria para cultivar pepino, ají, tomate, hortalizas, apio, orégano, hierba de limón y maíz.
Junto a otras mujeres, Cándida, de 37 años, se encargó de organizar actividades como las ventas de comida para recaudar fondos y comprar insumos para estos huertos familiares.
Sus cultivos son “orgánicos y libres de químicos”, destaca Cándida quien ahora puede proveer alimentos seguros para sus siete hijos y espera inspirar así a otras mujeres de su comunidad.
Según datos oficiales, las comunidades indígenas tienen la mayor prevalencia de malnutrición aguda en niños y niñas menores de cinco años (esta cifra para toda la población panameña es de alrededor del 1,1%). Por esta razón, la FAO y el FIDA apoyan el fortalecimiento de las capacidades de las familias indígenas hacia la inclusión productiva, fortaleciendo sus medios de vida y mejorando su calidad de vida.
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Venezuela: Sembramos para la humanidad
Leyenda: Cecilia (en el centro) dice que la participación comunitaria facilitó que su comunidad crease la empresa TUKUPU.
Foto: ©FAO/Jesús Contreras
Los pueblos indígenas son los mejores guardianes de los bosques en América Latina. Según datos recientes de la FAO, los pueblos indígenas han conseguido reducir las tasas de deforestación, la pérdida de biodiversidad y las emisiones de CO² en sus territorios.
Así lo plasma el documental “Sembramos para la Humanidad: Los Kariña y la conservación de los bosques en Venezuela”, producido por FAO, que nos narra cómo los esfuerzos comunitarios bajo el liderazgo femenino han permitido la creación de TUKUPU, una empresa indígena fundada por los Kariña, quienes viven en 12 comunidades en la Reserva Forestal Imataca con una población de 1799 personas.
“Nosotros teníamos conversaciones con nuestras hermanas y hermanos indígenas, sobre por qué nosotros mismos no podíamos hacer nuestras empresas a nuestra manera, que no destruyera nuestro ambiente… a partir de ello dijimos vamos a hacerlo de manera sustentable” destaca Cecilia Rivas, a quien se reconoce como Capitana indígena Kariña por primera vez en la historia.
Reconociendo el valioso aporte de este liderazgo femenino, , y a pesar de la pandemia, hombres y mujeres indígenas Kariña trabajan unidos por ampliar la cantidad y variedad de alimentos que cultivan en su territorio para enriquecer su dieta, y comenzar a plantearse la comercialización de sus productos en un mercado comunal.
Desde el 2016, esta comunidad cuenta con el apoyo de un proyecto financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF por sus siglas en inglés) e implementado por la FAO y el Gobierno del país suramericano, donde residen 51 pueblos indígenas que representan el 2,8% de la población nacional total.
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Los pueblos indígenas viven en todos los continentes, incluyen alrededor de 5.000 culturas y representan más del 6% de la población mundial (476 millones de personas que viven en 90 países). No obstante, tienen casi tres veces más probabilidades de vivir en la pobreza extrema, en comparación con sus homólogos no indígenas.
El liderazgo comunitario y el empoderamiento femenino están permitiendo garantizar y avanzar la participación plena y efectiva de los pueblos indígenas en la sociedad. Así lo expone el informe divulgado en marzo por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU (DESA).
Este artículo fue adaptado con el apoyo de ONU Mujeres Ecuador, PMA Ecuador, FAO Panamá, FIDA Panamá, CINU Panamá, FMAM, FAO Venezuela y los dedicados miembros de los equipos de las Naciones Unidas en el país en Ecuador, Panamá y Venezuela. Traducido por la Oficina de Coordinación del Desarrollo (OCD). Apoyo editorial de Carolina Lorenzo y Paul VanDeCarr de la Oficina de Coordinación del Desarrollo. Para saber más sobre los resultados de nuestro trabajo en este ámbito y en otros, lea el informe de la presidenta del GNUDS sobre la OCD.